No quiero hablar del amor.
Dudo que exista y dudo de
que tú también existieras.
Por lo tanto, todo lo que
creía creer o que me hiciste
creer, simplemente
no existe.
Me violaste con promesas,
todas hablaban del mismo
“siempre”
y siempre hablábamos de
ese tú y yo eterno.
¿Eterno? Te falto tiempo
para echarme de tu vida
y sustituirme por
cualquier puta barata que
nunca llegará a saber mi
nombre.
Puede que cuando la mires
a los ojos veas
los míos reflejados.
Recordaras todas mis
miradas viciosas y
no volverás a ver unos
ojos con el mismo brillo que los míos.
Mis ojos brillaban porque
en diminuto,
dentro de ellos, estabas
tú.
Y dejaste de existir
cuando otro entró de puntillas
y acabó pasando la noche
apoyado en mi pecho.
Dirás que no me
reconoces,
pero desde que no estás,
la libertad y el placer,
para mi están cogidos de
la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario